Subí al bosque una mañana. Comencé a grabar en vídeo, cavé y enterré la máscara. No tuve emoción, las imágenes no me decían nada. Sentí frustración. Dos días después la sangre empezó a hervir. Lloviznaba y anochecía. Subí al bosque nuevamente. Me caía agua de los bambús. Me perdí, no encontraba el sitio. Lo sentí como una prueba. Mi mente comenzó a entrar en un estado alterado. Finalmente llegué. Y pasó lo que tenía que pasar.
